LA PLEGARIA, EL ARTE DE PEDIR

¿Te dice algo la plegaria?

Hablemos de ella.

Cuando necesites algo, simplemente… pídelo.
Pero hazlo con el corazón en la mano, la mente en calma y el espíritu en presencia.
No se trata solo de lanzar deseos al aire, sino de activar una energía consciente, un llamado vibrante al Gran Espíritu que nos contiene.

Si lo que necesitas es urgente, dilo con esa urgencia.
Pero dilo con claridad, sin desesperación.
El universo entiende el lenguaje de la precisión emocional: firmeza sin ansiedad, verdad sin desborde.

Todo lo que pidas, recibirás.
Todo lo que busques, eventualmente encontrarás.
Siempre y cuando sepas cómo pedir.

Porque no basta con el deseo.
La queja no conmueve, la queja estanca.
Llorar por lo bajo o lamerse las heridas no llama la atención de los que habitan en lo invisible.
Ellos —los guardianes, los guías, los ancestros, los elementos, las esferas superiores al servicio de la Fuente— responden al verbo limpio, a la intención elevada, al llamado sin manipulación.

Habla claro y en voz alta, no como quien recita para sí, sino como quien proclama hacia el Cielo.
Ellos ya saben lo que te pasa.
Tú necesitas saber que sabes lo que pides.

Y una vez dicho, confía.
Apenas la palabra haya sido pronunciada, el Universo comienza a moverse.
No siempre hacia lo que pediste, pero sí hacia lo que necesitas aprender.
Esa es la ley mayor: la del alma en expansión.

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Dos Reglas de Oro

Antes de que pidas, recuerda estas dos reglas sagradas:

No dañes a ningún ser.

Jamás intentes forzar la voluntad de otro.

Quien transgrede estas leyes, juega con fuegos que no entiende.
Y el Universo, que escucha, mira, custodia y acompaña, devuelve siempre con la misma medida, o mayor, el eco de nuestras acciones.

Todo lo que mandas, regeresa y siempre con creces.

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Ritual: Llamar la Atención del Universo

Una plegaria no es un grito al vacío.
Es una ofrenda.
Y como toda ofrenda, requiere forma, intención y belleza.
Eso es un ritual.

Como decía el zorro al Principito:

“Es lo que hace que un día sea distinto de los otros días, una hora diferente de las otras horas.”

Ritual es convertir lo cotidiano en lo sagrado.
Es envolver nuestra petición en símbolos, aromas, gestos…
Es envolverla en alma.

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Preparando el Ritual

Elige un día sin prisa.
Estás solo/a. No hay pantallas ni teléfonos ni relojes que apuren.
Ese día es solo tuyo.

Purifica tu cuerpo con un baño. Imagina que el agua se lleva no solo el polvo del día, sino también las cargas emocionales, las dudas, los miedos.

Vístete de blanco o con ropa clara, cómoda. El blanco no solo simboliza pureza, también es un lienzo que puede absorber la energía más alta.

Perfúmate. Usa un aroma que te eleve: lavanda, copal, palo santo, mirra… Y sahúma el ambiente.

Prepara tu altar.

• • • Una mesa orientada al Este.

    • Un paño blanco.

    • Una vela encendida.

    • Un objeto que represente tu pedido (puede ser una carta, una piedra, una imagen).

    • Una ofrenda: agua, flores, miel, lo que tu alma te dicte.

Respira.
Haz silencio.
Coloca tus manos sobre el corazón.
Y habla.

Si sabes una oración, recítala con sentimiento.
Si no, usa tus propias palabras.
La sinceridad es la lengua de los dioses.
Ellos entienden el lenguaje del corazón antes que el del libro.

Pide con respeto, con humildad, con gratitud anticipada.
Y termina el ritual con un acto de entrega:

“Confío. Gracias. Así sea.”
“Que lo que pido sea lo mejor para mi alma, para mi camino y para todos los seres.”

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Después del Ritual

Déjalo en sus manos.
Haz lo tuyo en el mundo físico, pero no interfieras con el trabajo del universo.
Observa, agradece, permanece despierto.
La señal, el cambio, la respuesta, llegarán.

Porque sí, todo el Universo conspira, como escribió Coelho…
Pero solo si tu palabra es semilla, no exigencia.
Y si tu alma recuerda que pedir… también es un acto de amor.

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Mi Plegaria al Universo

Amado Universo,
fuente infinita de vida,
conciencia que respira en todo lo que es,
te entrego hoy mi voz como acto sagrado,
mi palabra como puente
y mi intención como semilla.

He hablado con verdad,
he pedido desde el corazón,
sin lastimar, sin imponer,
honrando el misterio que me rodea.

Que esta plegaria suba como incienso,
cruce los umbrales del tiempo y del velo,
que llegue a los oídos de quienes custodian el orden mayor.

Si lo que pido no es para mi mayor bien,
muéstrame el camino que sí lo sea.
Si lo que busco ha de venir,
prepárame para recibirlo con sabiduría.

Gracias por escucharme,
por acompañarme,
por recordarme que no camino solo ni perdido.

Desde este instante, confío.
Suelto.
Y me dispongo a vivir en armonía
con todo lo que ha de ser.

Que así sea,
así es,
así será.

«Una plegaria no es un grito al vacío, es una ofrenda. Y quién sabe pedir con el alma, ya ha comenzado a recibir.»

Feliz Vida 😊

Las fotos están en su rinconcito 📷